miércoles, 24 de agosto de 2011

Recuerdos y homenajes



 Tal dia como hoy de hace un año, falleció Àlex Seglers, profesor de derecho eclesiático de la UAB y especialista en laicidad y libertad religiosa. La noticia de su desaparición nos llenó de desazón a quienes lo conocíamos. Fue un verdadero mazazo. Inesperado para aquellos que no supimos el alcance de su enfermedad, que intentó superar discretamente.

Conocí a Àlex el día de la presentación en la Fundación CIDOB de mi libro "Musulmanes en Barcelona", a finales de abril de 1999. Me abordó en seguida, interesado en conocer con más detalle mi obra. Iniciamos un principio de amistad, que abrió las puertas a alguna colaboración puntual, como cuando era colaborador en el área de derecho eclesiástico que dirigía el profesor Perlado. Posteriormente, durante el tiempo que trabajé para la Secretaría de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Catalunya, nuestra relación se enfrió. Quizás no entendí bien esa vitalidad y ambición de Àlex por querer hacerse rápidamente un lugar dentro del emergente estudio de la pluralidad religiosa, hecho que le hizo estar presente en muchos debates, colaborando indistintamente con las diferentes fuerzas políticas de nuestro país sin distinción, quizás a la espera de conseguir un rápido reconocimiento por parte de alguna de ellas. No tuve nunca un grado de amistad tal con Àlex, como para hablar de ello con él (algo que sí pudo hacer su mentor Pedro A. Perlado, que le recomendó que fuera más poco a poco consolidando su carrera, tal como me confesó durante su sepelio). Puede que en el fondo, esta haya sido una de sus principales virtudes, aunque en aquel tiempo pensara que no.

De entre sus trabajos, siempre me quedaré con su primer libro, "Autogovern i fet religiós" (2000). Quizás por su frescura y atrevimiento, por su capacidad de combinar elementos propios de su especialidad jurídica, con aportaciones de otras ciencias humanas y sociales. Fue un trabajo prometedor, que no pudo renovar en trabajos posteriores. Su libro "Musulmans a Catalunya" (2004), recibió una dura crítica en las páginas del suplemento "Culturas" de La Vanguardia, en la que se dijo que el título del libro no se correspondía con su contenido, ya que el autor no hablaba en ningún momento de la realidad del islam en Catalunya. Había una parte de razón en esta afirmación, ya que Àlex, desde su experiencia profesional, analizaba cómo afectaba (o afectaría) el marco jurídico vigente respecto a estas comunidades. El equívoco al que probablemente se refería el autor de esa crítica (no recuerdo su nombre en estos momentos) radicaría en el hecho de esperar que tal libro fuera una monografía sociográfica sobre los musulmanes en Catalunya.

Sin necesariamente compartir todos sus puntos de vista ni conclusiones, he leído con atención los trabajos de Àlex. Me han inspirado y me han permitido comprender mejor determinados matices de la laicidad, como él decía. Como él, siempre he entendido que la combinación de puntos de vista, de la confluencia de campos académicos y de vocabularios especializados, nos permite conocer mejor las múltiples variantes de las realidades sociales.

Hoy, un año más tarde de su desaparición, sigo lamentando no haber iniciado ese camino de reencuentro con Àlex. Desde mi discrepancia profesional, me gustaría recordar esas conversaciones sin fin que mantuvimos alrededor de una taza de café a finales de 1999, como manifestación de mi respeto por la memoria de Àlex.

Por nuestra prolongada amistad, iniciada mucho antes de aquellos que hoy en día enarbolan la bandera de su amistad con él (y que quizás no estén haciendo más que vivir de su memoria y del camino que éste abrió en Catalunya), voy a ser fiel en el recuerdo de la obra de Àlex, como un homenaje permanente hacia su persona y su trayectoria. Àlex se merece algo más que un simple recuerdo adulador.

Fins ben aviat, amic